CAMUSU AIKE: LOS TEHUELCHES Y EL LARGO CAMINO DE RECUPERAR LA PALABRA


Algunas veces habrá sido el silbido y en otras el ulular del viento patagónico. Todo eso  ha traído los recuerdos de un idioma milenario, que poco a poco se fue enterrando entre los pastos duros y las piedras de la meseta central patagónica en la provincia de Santa Cruz. Es el habla de los tehuelches meridionales, los Aonek’enk, que hablaban fluidamente el Aonek’o’a’yen. Hoy un par de ancianos lo hace. Y a partir de ellos, las nuevas generaciones luchan para recuperar el idioma como signo central de su identidad. 


Camusu Aiké está a mitad de camino entre Río Gallegos y el glaciar Perito Moreno


Este es un relato que muestra el trabajo de  algunos blancos y toda una comunidad indígena por recuperar su cultura a partir de  salvar su idioma. En este contexto, la Comunidad de Camusu Aike va camino de convertirse en símbolo de la resistencia cultural y patrimonial tehuelche. No se trata de una guerra con enemigos a la vista. Esta batalla ha sido sorda, larga, por varios siglos, cargada de más combates legales que militares, dominación, marginación social, represión cultural, introducción obligada en religiones que no les eran propias, cercenamiento de las fuentes de alimentación y la obligación de incorporarse al “trabaja a destajo” y temporero, que terminó por aniquilar sus formas de vida, su cultura social y cotidiana y – finalmente – terminó por eliminar gran parte del idioma.

No tengo más remedio que ser arbitrario y poner un punto de inicio. Los hechos narrados tienen antecedentes en las profundidades de los siglos. Pero esta historia la voy a empezar contando que la antropóloga y lingüista Ana Fernández Garay, junto a Martine Delahaye, empezaron a trabajar en 1983 en la recuperación de la lengua de los tehuelches meridionales, los aonek’enk que habitaron al sur del río Santa Cruz, en la provincia homónima, y que luego de la Campaña del Desierto de 1878, pasaron a ocupar obligatoriamente las llamadas reservas indígenas.

Dice Ana Fernández Garay en su artículo “La desaparición de una lengua patagónica: el tehuelche o aonek’o?a?jen”, publicado en agosto de 2009  por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires: 

“La  investigación sobre el tehuelche o aonek’o?a?jen (habla sureña) comenzaron en septiembre de 1983 cuando nos instalamos junto a Martine Delahaye durante diez meses en la Provincia de Santa Cruz, con la intención de documentar la lengua de los últimos hablantes de esta etnia. A partir de 1984, regresé periódicamente con la finalidad de revisar el análisis de los materiales  y ampliar el corpus de datos”.

Más de treinta años después, la realidad ha dado un vuelco impensado. En el artículo citado, Fernández Garay decía el final: 

En esta cuestión, corresponde a los lingüistas, por un lado, la tarea de formar jóvenes en la disciplina lingüística dentro de la misma comunidad, aquellos que presenten gran interés por recuperar la lengua y la cultura de sus antepasados. Y, por otro, la de describir en detalle estas lenguas generando gramáticas y diccionarios, con la intención de producir materiales para llevar adelante la revitalización de las lenguas en proceso de extinción. De esta manera, y a través de un trabajo mancomunado, se podrá llevar adelante la recuperación de la lengua y de la cultura del grupo, en la que los aborígenes tendrán un rol activo y destacado, ya que de ellos depende el éxito de esta empresa”.

En parte, esta tarea se ha cumplido y avanza a paso firme. Según el portal web de la comunidad de Camusu Aiken, la iniciativa de revitalizar la lengua aonek'o'a'yen se enmarca en las políticas públicas de reconocimiento de derechos a los pueblos originarios impulsadas en los últimos años a nivel nacional y provincial, entre las cuales se encuentra la implementación de la Modalidad de Educación Intercultural Bilingüe (MEIB) en Santa Cruz.

Después de tres años de trabajo, especialistas y miembros del Pueblo Tehuelche participan en este proyecto que tiene como principal objetivo diseñar un plan de acción que permita avanzar en la recuperación de la lengua. También participan las comunidades Kopolke (zona de Las Heras) y Dela Setken (de Puerto Santa Cruz).

Dice el portal, en referencia a información de 2012:

“Hasta ahora se han realizado dos talleres en los que comenzamos con las primeras dos "lecciones". En estos talleres consensuamos el alfabeto (ya que hay ocho sonidos que no existen en castellano), planificamos los futuros talleres, discutimos sobre cómo serán los materiales didácticos de apoyo (textuales, audiovisuales, auditivos e interactivos, que incluyen no sólo contenidos lingüísticos, sino también históricos y etnográficos) y compartimos experiencias sobre lo que para cada uno de nosotros significa la posibilidad de aprender nuestra lengua.”

En su informe, Fernández Garay dice que la población tehuelche existente en los años ’80 era bastante escasa, alrededor de cien. A esa limitación, había que agregarle la pérdida de la lengua y la desarticulación de la cultura del grupo, producto del contacto con la sociedad dominante y la marginación. Revela que fue dificultoso el trabajo de recuperación de la memoria lingüística.

“En un caso hubo que trabajar previamente entre dos y tres meses para que la consultante pudiera recordar su lengua y construir oraciones. Ese hurgar en la memoria la llevaba a darnos, al comienzo, muchas variantes de una palabra o frase; eran los titubeos del que trata de recordar lo que hace mucho ha olvidado por falta de uso. Finalmente, pudo conversar con su hermana, aun cuando los temas eran limitados debido al importante proceso de reducción léxica y desgaste estructural que se había operado en la lengua”.

Muchas de aquellas personas que fueron grabadas, consultadas y que aportaron su memoria, hoy ya no están. Pero al menos pusieron los primeros basamentos para el trabajo que las comunidades de Camusu Aike, Kopolque y Dela Setken, continúen a plena marcha la recuperación del idioma. Dicen en la comunidad de Camusu Aike:

“Hasta donde sabemos sólo dos personas de nuestra comunidad, ambos ancianos, pueden mantener conversaciones en aonek'o’a'yen: Dora Manchado y José Manco. Dora ha participado del proyecto desde los comienzos y ha sido su deseo de transmitir la lengua a los jóvenes de la comunidad lo que motivó que el mismo se pusiera en marcha. Además de Dora y José, la siguiente generación (personas que tienen alrededor de 50 años) entienden algunas frases y pueden decir palabras y oraciones cortas. Los jóvenes son monolingües en castellano y, como resultado de los procesos de fortalecimiento, muchos de ellos tienen hoy ganas de recuperar la lengua, de revitalizarla”.

“Pensar en la lengua nos lleva a pensar en la historia pero también en el presente, en la transmisión de conocimientos, en lo que se ha dicho y en lo que se ha callado, a reflexionar colectivamente sobre por qué los mayores se negaron a transmitirla. Una de las respuestas que se repite es que fue una estrategia, un modo de preservar a los hijos y nietos para que no sufran la discriminación.”

"La Lengua es nuestra identidad, es la lengua de la cuna y recuperarla para nuestros hijos es también un gran orgullo"(Fernando Martínez Sosa, Comunidad Dela Setken)

"Salir del territorio significa que uno es discriminado. Una de las estrategias para sobrevivir fue no hablar la lengua, tratar de vestirse como blanco, no usar las ropas tradicionales para poder ser uno más en los pueblos y ciudades. Mi madre, por ejemplo, hablaba el idioma con sus parientes de la misma generación y con sus mayores, pero nunca pudimos hacer que nos enseñe alguna palabra a los hijos. Así como nos pasó a nosotros les ha pasado a otras familias y la lengua fue dejando de ser hablada. El proceso de lucha para recuperar los territorios en los que mis ancestros vivieron nos llevó a que nos reorganicemos y, las reflexiones de este proceso, nos llevaron a su vez a plantearnos el desafío de recuperar nuestra lengua"(José Bilbao Copolque, Comunidad Kopolke).

QUE ES CAMUSU AIKE

En idioma aonikenk o tehuelche meridional “Camusu” significa “pasto alto ondulante” (movido por el viento) y “Aike” es “lugar donde vive el humano” (parador, vivienda, campamento). El topónimo Camusu o Kamusu era dado inicialmente a todo el cañadón, mientras que el paraje actualmente llamado “Camusu Aike” era llamado “Makaska”. El poblado está ubicado en el Departamento de Güer Aike (en la meseta central de la Provincia de Santa Cruz. A mitad de camino entre Río Gallegos y el Lago Argentino. A 180 km de la capital provincial.

La reserva de Camusu Aike fue creada por decreto el 11 de noviembre de 1898 bajo la presidencia de Uriburu, y contaba originalmente con 50.000 ha para la concentración de las tribus tehuelches. El 30 de abril de 1953, durante el gobierno de Perón, fue reducida a 30.000 ha. Se desprendieron el lote 78 que pasó a la Estancia “Agua Fresca” y los lotes 79 y 94 bis a la Estancia “Cañadón Seco”. Actualmente la reserva tiene unas 3.900 ha aproximadamente. Hasta 1984 las casas de la reserva estaban dispersas. A comienzos de 2011 arman un pequeño caserío de 12 viviendas de unas 20 familias.

Hoy sus habitantes no aceptan que a este territorio se les llame “reserva” sino que prefieren el de “comunidad”. Tras varios años de tramitaciones, la comunidad consiguió en septiembre de 2007 la personería jurídica como comunidad y su inscripción en el Registro Nacional de Comunidades Indígenas. 

En próximas entregas daré detalles sobre las características del idioma, información sobre el primer encuentro para revitalizar la lengua, la escuela y la educación bilingüe, entre otros aspectos. 

En el portal www.camusuaike.com se puede ver un video sobre el trabajo de recuperación de la lengua que explica la investigadora Ana Fernández Garay y algunos tehuelches hablando en su idioma original. 

Si quieres contactar o tienes alguna duda, puedes hacerlo aquí: rql33patagonia@gmail.com

Comentarios

  1. Que sucede con el enlace del portal. Conduce a una pagina en chino.

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